viernes, 11 de septiembre de 2009

Crítica al libro "Biblioteca personal" de Jorge Luis Borges

Cualquiera que lea Jorge Luis Borges puede juzgar que en sus oraciones o si se quiere, más amplio, en sus textos hay cierto halo de grandeza en sus palabras. Esta característica puede interpretarse como soberbia o simplemente riqueza de lenguaje. Posiblemente, la toma de posición entre una característica y otra dependa de la sabiduría literaria que tenga cada uno de nosotros.
Esta descripción iba apareciendo en mi cabeza mientras curioseaba vagamente el libro de Marcos Mayer llamado: La tecla populista. Para presentarlo informalmente su tarea principal es crítico literario. Bajo el capítulo “Borges recargado”, el autor analiza a este dinosaurio “argentinius literarius” utilizando un aspecto disparador que dice: “Borges podía ser disfrutado y apropiado por cualquier sector ideológico”.
No hace falta gran carga horaria en la cátedra de historia para darse cuenta que detrás de las letras impresas de color negro hay, en los libros de Borges, cierta tendencia a lo conservador. Sin embargo, el recorrer con mis ojos “biblioteca personal” me hizo dar cuenta que él mismo contando anécdotas se desvía de ese duro rol (descripto anteriormente) para situarse en el de tío compinche.
Sin duda su brevedad sorprende y es inevitable no relacionarlo con el periodismo. Ni siquiera Mayer la evade. Aquella característica tan difícil de encontrar a la hora de escribir, Borges la tiene incorporada en su mano y su mente. Aquella que yo tanto busco y él la saborea contando en tan solo 28 renglones cómo era Fanz Kafka, en qué contexto vivía y cómo escribía.

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