Tartán como identificación, kilt como tradición y Highland dress como símbolo de autoridad. Una prenda cuyo primer uso data a fines del 1400 y no sólo es la mitad de la historia de Escocia sino que además invade gran parte de las vidrieras neyorquinas, argentinas y asiáticas. Nació por comodidad durante las guerras con Gran Bretaña, persistió para identificar clanes, fue prohibido y luego renació más elegante como prenda de lujo para la clase media y alta.
Bajando desde la 5ta al subte y haciendo 4 estaciones aparecen barrios como Meat Packing, donde residen los diseñadores novatos como Stella MCartney. El fashion district, a 10 cuadras de Time Square plagado de sederías y escuelas de moda, abunda de prendas a cuadros y rayas intercaladas entre sí. Por las veredas que forman Meat Packing, las jóvenes lucen la combinación de colores como el rojo, celeste y beige en la pollera de Benetton. Y por zonas de locales costosos, aparecen los rojos, negros y blancos de los trajes femeninos que se desparraman para marcar tendencia.
En Buenos Aires, quien tiene más antigüedad y técnica para expresar su conocimiento es Norma Tripicho, una modista de Florencio Varela que hace 38 años trabaja dándole vida a las telas. Ella nos dijo que hace muchos años que el escocés está de moda y no se cansa de aparecer.
En la Argentina, las vidrieras de las calles Florida o Santa Fe también lucen la tendencia cuadriculada. La dueña del local de telas Select ubicado en Avenida Santa Fe dice: “Si la moda europea lo impone lo traemos. Es imposible que no se consuma el escocés porque es un clásico”. Son muy pocas las marcas y los modistos que lo dejan afuera de su colección de otoño.
Un género textil que nació en la edad antigua coloreado con especias naturales como lo es el azafrán. Una tela a cuadros que, actualmente, parece manufacturada por la gran cantidad de prendas que se explotan con ese estampado. Una creación que contradice la definición de moda, de Channel- Courréges: “La moda destruye lo que acaba de adorar y adora lo que está a punto de destruir”. Excepto esta vez que adoró el escocés por siempre.